11.19.2007

Tsumi, la geisha Capitulo 1


tokyo, 1185

Era el primer año del shogunato Takamura, el señor feudal o daymio que habia sometido al resto de señores del norte de la isla de Hondo, proclamandose Shogun o señor de todos los daymios, su ejercito d samurais, habia arrasado en cruentas y despiadadas luchas a los samurais del resto del pais, y parecia que finalmente, tras esa etapa de lucha, la paz iba a ser restablecida.

Tsumi, de 18 años de edad habia trabajado como asistenta de la esposa de uno de los señores feudales sometidos, y ahora, que hacia ya un año habia iniciado su aprendizaje como maiko, estaba ciertamente perturbada por lo que le podía suceder.

Su señora la habia llevado a una de las pocas escuelas de geishas de Odo, la que ahora era la ciudad capital, y ella en su año de aprendizaje se habia esforzado muchisimo para aprender lo que iba a ser su profesion futura, ser una geisha era su obsesion.

Para los que desconocen un poco la historia de las geishas, comentare brevemente que en esa época, las y los geishas, pues existian geishas de ambos sexos, eran personas expertas en el arte del entretenimiento, sin que ello comportara ninguna actividad sexual, y mucho menos remunerada, aunque ese concepto ha sido muchas veces confuso para los occidentales, puesto que las mujeres que se prostituian se hacian pasar muchas veces por geishas con el fin de parecer más interesantes, no solo a su clientela japonesa, sino tambien a la occidental cuando apareció por el reino del sol naciente. Poco a poco los geishas fueron desapareciendo, para que a finales de siglo XIX quedaran tan solo unos quinientos, por contra las geishas, asi denominadas se elevaban a mas de 20.000.

Tsumi, se habia esforzado en dominar el arte de la conversacion, y de la poesia, asi como a aprender el ritual del te y dominaba bastante diestramente el ikebana y varios instrumentos musicales tradicionales de su pais, asi mismo, era una mujer hermosa, que lucia incluso bajo la mascara blanca de maquillaje que cubria su rostro, solamente salpicada de un rojo intenso en los labios, y alrededor de sus ojos.

Se movia silenciosamente sobre sus sandalias, sobre el parquet de madera de la escuela de geishas, intentando mostrar al shogun, alli presente, junto con muchos de sus señores, una de las mas bellas danzas que una geisha podia interpretar.

Sus gestos, sus manos, ondulaban en el aire, y sus movimientos eran tan etereos, que era imposible apreciar sonido alguno cuando se desplazaba por el suelo de madera, con una gracia que encandilaba a cualquiera que la mirase, nada podia hacer presagiar la tormenta oscura que agitaba su alma y su mente en aquellos instantes.

Al finalizar, y apagarse la musica, Tsumi se inclino sobre el suelo para hacer la reverencia obligada y respetuosa al señor más poderoso de todo japon, pero al mismo tiempo, el miedo la sacudia y recorria por todo su cuerpo, y se aplicaba en evitar que se notara.

El Shogu, aplaudió complacido y con un gesto de la mano, ordeno que se retirara, pero al mismo tiempo la mirada hacia la regente de la escuela, fue totalmente reveladora. Al mismo tiempo que Tsumi se retiraba tras los paneles translucidos de fino papel de arroz, la regente se levantó corriendo tras ella, alcanzandola ya fuera de la vista de los presentes, de los que tan solo se escuchaban murmullos de conversacion.

- Tsumi, ha llegado la hora, vas a entrar al servicio del shogun, el sera tu danna, tu señor, a quien complaceras en todos sus deseos - le comentó en voz baja mientras llegaban a la que era la camara del emperador durante su estancia en aquel lugar.
+ lo se, lose mi señora, pero tengo miedo, yo no soy una prostituta, y aun nohay la paz en nuestra ciudad, tengo miedo de lo que pueda suceder cuando entre el shogun, tengo un miedo horrible a sufrir, o a ser repudiada y maltratada.. - comentó Tsumi entre lagrimas.
- No debes temer, la guerra ha acabado Tsumi, y al Shogun le interesa ser benevolente ahora con todos nosotros, te cuidara y mimara, pero eres tan bella, que me temo que el hombre, aparecera y te deseara, no voy a engañarte

De repente, los pasos de la guardia del shogun resonaron en la sala, mientras la regente iba preguntandole rapidamente a Tsumi si ya se habia maquillado como le indico, si habia depilado su vello genital, y sobre todo si bajo el kimono no habia ninguna otra pieza de ropa, mientras Tsumi, asentia, caminando rapidamente sobre la madera, adentrandose totalmente en la estancia del señor.

- Ahora debo dejarte, pequeña, no temas, se valiente y encantadora como tu sabes y ten - le dijo mientras le acercaba un pequeño trozo cilindrico de madera pulida - si en algun momento sientes dolor, ponlo en tu boca, y muerdelo, eso te aliviara, aunque espero que no tengas que usarlo, y alejandose de ella, caminando hacia atras sin dejar de mirarla, desapareció.

Tsumi, se quedó sola, su presencia de animo era minima, pero se aguantaba en pie, y sus ojos intentaron distraerse revisando cada detalle de la amplisima estancia, sin poder evitar sentir estremecimientos cada vez que la imagen del shogun llegaba a su mente.

Casi enseguida, El shogun Minamoto, entró acompañado de varias de sus asistentas personales, Tsumi reacciono, postrandose en silencio ante el, sin levantar la cabeza hasta que fuera llamada.
Podia escuchar como las mujeres, que llevaban los estrafalarios kimonos obi, recargados y de colores chillones, contrastaban profundamente con el de ella, elegante, discreto y a la par sensual pues se pegaba a su cuerpo como una segunda piel. Los sonidos de la armadura, y corazas del shogun siendo retiradas y aparcadas, y el movimiento de unas y otras al servicio de su señor, eran el unico sonido que podia escuchar, pero podia sentir los ojos del shogun clavados en ella, aun sin verlo.

Finalmente, el shogun quedo cubierto simplemente con un pantalon semi corto blanco de seda, y un fajin negro en su cintura, los tatuajes de sus brazos y pecho hablaban de los hombrs que habian muerto en lucha contra el, y de muchos horrores que Tsumi, no deseaba conocer, pero se escucho la voz de Minamoto, masculina, recia ypotente en la sala

- Tsumi, ven, acercate..

Ella se incorporó, y anduvo despacio y con respeto hasta llegar a los pies de Minamoto que se encontraba sentado con las piernas cruzadas, sobre unos cojines, frente a ella, y la observaba estudiando sus reacciones, mientras las mujeres a su servicio, le acariciaban brazos, piernas y espaldas, como una legion de pulpos a su servicio.

- Soy tu danna, tu señor, vas a ser mi entretenimiento diario, vas a servirme bien, y tu primer trabajo sera preparame un te, para a continuacion, contribuir a mi relax, tocando algunas canciones mientras yo disfruto de otros placeres..

Sin saber que otra cosa decir, Tsumi asintió en una reverencia y empezo a moverse para preparar todo lo necesario para la ceremonia que iba a realizar.

Acercó una pequeña mesa de madera negra pulimentada, con unos adornos blancos de dragones lacados, y con unas velas pequeñas, iluminando, empezó a realizar la ceremonia del té. Frente a ella, las mujeres que mimaban al shogun, desnudaron sus cuerpos de los obi que las cubrian, mostrandose ante ambos completamente desnudas, sus caras blancas tambien, parecian inexpresivas, pero sus cuerpos se frotaban y ofrecian al placer de su señor. Sus sexos totalmente depilados, se mostraban sin tapujos para el hombre que podia hacer que su vida fuera un sueño o una pesadilla, y el shogun, manoseaba mas que acariciaba, aquellos pequeños pechos y tambien los sexos de sus esclavas sexuales, mientras Tsumi, continuaba imperterrita, su ritual, poco a poco el aroma del te se empezo a dejar sentir en la estancia, y en un par de ocasiones sus ojos se cruzaron con los de Minamoto, que no perdia de vista ningun detalle de la maiko Tsumi.

Las mujeres, desnudaron totalmente a Minamoto, y mientras un par de ellas se alternaban en lamer y chupetear su pene, erecto ya, otras seguian expuestas a las manos de su señor, quese adentraban en las vaginas, logicamente humedecidas, o retorcian con cierta contencion los pezones de los pechos para en otros momentos, apretarlos con ira.
Pero ellas imperturbables, seguian con su quehacer, y tras unoslargos minutos en que Tsumi habia sido observada en todo momento por su Shogun, se dispuso a dar entrega de la taza de te caliente y aromatico al mismo, que la tomo en su smanos, sorbiendo, sonoramente por cierto, el contenido de la misma para acabar con un gruñido de satisfacción...

Devolviendo la taza a Tsumi, señalo al mismo tiempo con un gesto, donde se encontraban los instrumentos, y ella, se acerco hasta ellos para empezar a tocar y cantar mirando a su señor, que en aquel momento se habia puesto en pie, con una de las mujeres arrodillada ante el, con todo su pene erecto entrando y saliendo de la boca, el shogun bramaba de placer, era innegable que le gustaba como aquella mujer le estaba practicando la felación, hasta que tomando la cabeza de ella entre sus manos, la apartó de su polla, que eyaculó con potencia varios chorros de semen que cayeron sobre la cara de la mujer, y a la que se acercaron presurosas varias de las demas, para lmer de su cara el nectar de su protector, mientras otra se afanaba en limpiar de cualquier residuo el semen que quedaba en su miembro, que se iba relajando ya.

Tsumi, tocaba y cantaba, de hecho, mientras Minamoto se habia dedicado al placer sexual, ella habia cantado ya tres canciones, sin dejar de mirar como ellas, le acariciaban besaban lamian y chupaban sin cesar..pero ahora los ojos del shogun estaban clavados en ella, y con una orden de su recia voz, las mujeres desaparecieron, dejando a Minamoto desnudo ante su maiko recien adquirida.

Minamoto, se volvió a sentar en el suelo, escuchando las canciones de Tsumi, hasta que tras unos veinte minutos, la mando callar. Tsumi obedeció en silencio, permaneciendo quieta mientras veia como él, nuevamente tenia su miembro erecto, y la polla se elevaba por entre sus muslos directamente mirandola a ella, y tsumi no habia visto jamas ninguna, era su primera vision del miembro masculino, y la estaba afectando en su cuerpo y en su mente, pero la voz de Minamoto la devolvió a la realidad..

- Ven, desnudate y muestrame tu cuerpo..

ESa era la orden que menos habria querido escuchar Tsumi, pero sabia que iba a existir, y en silencio caminando despacio sobre sus zuecos altos, llegó frente a su señor, deshaciendo los nudos que sujetaban su kimono de seda, y abriendolo lentamente ante el, pudo comprobar como los ojos de Minamoto destelleaban con deseo, al ver su cuerpo, tan hermoso y femenino, como sensual, como los pequeños pechos estaban coronados por unos pezones oscuros y erectos, como la sedosidad y la tibieza de su piel, se podian intuir, y como la curva de su vientre, conducia la mirada hasta los labios de su sexo, que se mostraban impudicos ante su amo.

el kimono resbalo hasta el suelo, y Minamoto la hizo arrodillarse para susurrarle muy lenta y hasta de forma tierna...

Tsumi, tal vez sientas miedo en estos momentos, pero soy tu señor y te voy a cuidar, no quiero a esas prostitutas que no sienten nada cuando las acaricio, ni tampoco quiero maltratarte, pero ser mia, es algo mas que servir mi te y cantar para mi, soy el seño rde tu cuerpo, de tu mente, de todo lo que puedas soñar porque yo puedo ofrecertelo, pero a cambio, te quiero a ti, toda para mi

las palabras de Minamoto, no le devolvieron la calma, pero tampoco la hicieron temblar más, sabia lo que iba a pasar y era inevitable, asi que asumiendolo nuevamente, volvio a reverenciar a su señor.

el se incorporó, poniendose en pie ante ella, y la mando arrodillarse...tomandola de su cabeza, acerco su miembro erecto a su cara, y lo froto por toda ella, Tsumi intentaba besarlo sin mucho exito, y hasta que el tomandolo en su mano, y apuntando a su boca, no se la ofreció, no pudo sentir por vez primera lo que era sentir el sexo de un hombre en su boca, no obstante habia leido mucho, y le habian explicado que debia hacer en esos momentos, sus labios acariciaban la polla erecta, mientras la boca engullia una y otra vez con lentitud aquel miembro, que a ella se le antojaba monstruosamente grande, pero continuaba, continuaba, y al mismo tiempo su cuerpo reaccionaba con oleadas de flujo llenando su vagina y resbalando por entre los labios para bajar en goterones por sus muslos..

Minamoto, follaba su boca cada vez con más impetu, pero no queria acabar alli, asi que apartandose de ella la hizo ponerse a cuatro patas, con sus pechos y manos apoyados sobre la madera, y se coloco de rodillas tras ella, frotando con su pene, los labios expuestos ante el, y el clitoris que se asomaba por entre ellos, todo brillando de l ahumedad de su coño de geisha.

Entonces decidió penetrarla, y le clavo su polla en el interior de su vagina sin ningun cuidado, en ese Tsumi se sintió sobresaltada, empalada, y realmente perturbada, al mismo tiempo que un extraño placer y un extraño deseo la envolvian en un manto desconocido de sensaciones.

El shogun era de todo menos delicado, sus jadeos eran como bramidos y su smanos eran todo menos delicadas, mientras la follaba de aquella manera, sus dedos intentaban penetrar el ano de Tsumi al mismo tiempo que la polla la taladraba una y otra vez, sentia los dedos, primero uno, y luego otro llenando su delicado ano, y al mismo tiempo transtornandola, su coño estaba mas humedo que nunca, su cuerpo se estremecia en estallidos de placer y gemia qudedamente sin cesar, de repente, Minamoto, retiro su polla del coño para embestir su ano ya dilatado y Tsumi no pudo reaccionar a tiempo, para moder el cilindrito d emadera que le habian prestado, se sintio traspasada por una polla durisima y caliente que la levantaba del suelo, mientas las manos de Minamoto, apretaban sus delicadas tetas con furor animal descontrolado, el seguia empujando y ella recibia embestidas que no arreciaban ni un segundo, hasta que ella sintio una oleada de jugos que se derramaban desde el interior de su coño, ahogandola en un grito de placer, que coincidió con el instante en que Minamoto dejo de sodomizarla para colocarse ante ella y su boca abierta, hundiendo su polla en aquella boca roja que recibió de rpente, todo el semen que el eyaculó gritando como un poseso de placer.

Al acabar de eyacular y mientras Tsumi tragaba la lech ede su señor unas pequeñas gotas se escaparon por la comisura de sus labios , pero su lengua las recogió para tragarlas tambien, no sabia como ni porque, pero el miedo habia desaparecido, el placer habia llenado ese espacio que ocupaba el miedo y ahora, sorprendida, miraba a su señor con otros ojos...

Minamoto se fue..caminando lentamente a darse un baño y Tsumi salio tras el para ayudarlo, era su obligacion..

1 comentario:

Anónimo dijo...

plash plash plash!!!!!

 
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